Tanto las chimeneas como las estufas modernas son unidades sofisticadas que generan calor gracias a la combustión de una materia prima. Gracias a este proceso químico conseguimos un clima cálido y hogareño. Sin embargo, ¿qué diferencias existen entre estas dos unidades de calefacción?
Primero de todo, ambos módulos cuentan con dos partes: el hogar, donde se realiza todo el proceso de combustión, y el conducto vertical, dedicado a dar salida a todos los humos y residuos fruto del proceso de la combustión. Sin embargo, la arquitectura de las dos es bien distinta.
Las estufas de leña suelen ser metálicas, de hierro fundido o de acero. De esta manera entregan la mayor parte del calor a una única habitación. Así, las estufas no cuentan con recubrimiento y dejan a la vista el tubo de evacuación.
Por otro lado, el hogar de las chimeneas puede ser una simple caja metálica con ventilación, también llamado insert o chimenea cassette, o en cambio puede ser un hueco que cuente con materiales refractarios, es decir, que resistan altas temperaturas sin descomponerse.
Además, en las chimeneas, el tubo de evacuación de gases irá siempre oculto a través de una campana o bien por una pared empotrada, de esta manera, distribuiremos el calor por nuestra vivienda de una manera discreta.
Otras diferencias: fuego abierto y cerrado
Ya no es solo un tema estético, sino una gran diferencia en la producción de calor y en la eficiencia energética. Gracias a un panel o a una puerta de cristal se consigue aumentar la temperatura dentro de la cámara de combustión.
Hablando en cifras, un fuego abierto tiene apenas un rendimiento de un 15%, en cambio una chimenea o estufa de leña moderna alcanza un rendimiento energético superior al 78%, lo que permite calentar nuestra vivienda utilizando menor cantidad de leña.
Así mismo, el fuego cerrado genera una combustión más limpia y eficaz puesto que el humo se extrae por el laberinto de tubos. Una chimenea abierta emite 15 veces más CO2 que una cerrada.